Si bien es cierto que los resentimientos sociales, entendidos como las reacciones negativas a ciertos aspectos sociales, como sucede con las reacciones negativas al proceso de paz, por parte de los afectados directa o indirectamente por el conflicto armado, pueden superarse espontáneamente o con apoyo sicosocial; no lo es menos que los odios sociales requieren contrarrestarse debidamente.
Porque los odios sociales y, con mayor razón, las fobias sociales, son aquellas animadversaciones, comunes o enfermizas, hacia determinados fenómenos o personas de la sociedad, a quienes se les desea un mal o perjuicio, los cuales se dan no solo en ciertas familias y vecindades, como también en la misma sociedad, por razones de sexualidad (como los homofóbicos), de raza (como las fobias hacia los negros), de religión (como la fobia hacia los judíos, etc.) y de otra índole (v.gr. como las fobias por el origen latino, etc.).
Puesto que debido a su usual carácter de reacción voluntaria e intencional de dañar a otro, dicho odio suele ocultarse mediante engaño y justificarse con aparentes razones (v.gr. como las de que tales fenómenos conducen a degeneración, mala costumbre, incompatibilidad trascendental, amenaza laboral, etc.); cuando, en el fondo, se trata de expresiones que conducen a la exclusión, la eliminación, la discriminación y la superación de otras personas.
De allí que sea imperativo combatir los resentimientos y rencores que, por odio, ellos surgen en la actividad política colombiana. Tal como acontece con aquellas reacciones contra el proceso de paz que han surgido en el Centro Democrático, las cuales, por obedecer a resentimientos personales y odios políticos de su máximo director y demás dirigentes, contra el Presidente de la República y contra los antiguos opositores a la reelección, estimulan con pasión en sus seguidores, las polarizaciones en el país, que, además de satisfacerla, en nada benefician a la democracia colombiana.
Luego, si bien se trata de una estrategia políticamente correcta, en cuanto beneficia a este partido político; no lo es menos que se trata de una acción social incorrecta, porque disocia y ahonda la división entre los colombianos, no por ideas sociales, sino por manipulación emocional de la población.
Por lo tanto, se hace necesario combatir dichas reacciones con base en la divulgación de la verdad ética y política y en el desenmascaramiento de los farsantes defensores de la unidad y del progreso de la sociedad colombiana.
