A raíz de la posesión del nuevo gobierno del Dr. Iván Duque Márquez, la sociedad colombiana aguardaba expectante un rumbo certero del país que reflejara el talante del Presidente posesionado, pero el contraste entre el discurso del Presidente del Congreso, miembro del partido triunfador del Centro Democrático, con el expuesto por señor Presidente, han puesto de presente su divergencia que, en vez de mostrar matices, pone de presente perplejidad no tanto en la clase política, sino en los colombianos.
Porque mientras el discurso del Presidente del congreso, no representaba a todos los congresistas, ni mucho menos a todos los colombianos, ni menos a la Nación Colombiana, sino a un partido político, el Centro Democrático; el del Presidente de la república, por el contrario, trató de reiterar las propuestas de la campaña que fueron acogidas por los electores.
Pero lo que más ha sorprendido a los colombianos es que, so pretexto de hacer un balance de cuentas al gobierno saliente por parte del antiguo partido de oposición, no solo se hubiese hecho dentro de un acto de reconocimiento internacional a la democracia colombiana, sino que, con el reconocimiento su líder el expresidente Uribe, también hubiese pronosticado divergencia entre el pensamiento del partido de gobierno y el jefe de dicho gobierno. Y ello lo corrobora el desmonte de este partido de la participación de la consulta anticorrupción, mientras que el Presidente del mismo partido se mantiene en su promesa de apoyo.
Puesto que tales hechos, de una parte, revelan que al partido político del centro democrático, le interesa más las rencillas, animadversiones, odios y venganzas personales de los expresidentes Santos y Uribe, que la buena imagen y la dignidad del país ante la representación internacional. Y, de la otra, que tales comportamientos ambivalentes de la orientación del Centro Democrático y del Presidente de la República, hayan sido acordados o no, socavan la confianza pública de los colombianos en el rumbo del gobierno entrante y del partido al cual pertenece. Porque, a juicio del ciudadano de a pie, de nada sirven las propuestas de aquel, si no hay armonía con el partido o la coalición del gobierno en el legislativo, pues su destino aparecería como incierto.