A raíz del debate de control político hecho por la oposición al Ministro de Hacienda Carrrasquilla, se hace indispensable reflexionar sobre su procedencia y su eficacia, a fin de que, con dicha experiencia, esa institución no pierda su función limitante y correctiva de nuestra democracia. En efecto:
Es cierto que el control político que la Carta reserva al Congreso de la República tiene por finalidad, de una parte, la de mantener formalmente un equilibrio entre la Rama Legislativa y la Ejecutiva; y, de la otra, la de materialmente referirse al control de las políticas públicas que tiene o no el Gobierno sobre determinado aspecto, la de controlar aquellos que ha prometido y no ha cumplido, o la de controlar la idoneidad de sus ejecutores para este efecto. Por lo que en su desarrollo no solo pueden surgir aspectos políticamente negativos de credibilidad o eficiencia, de faltas éticas o administrativas; sino también aspectos disciplinarios y penales de los funcionarios, etc.
Sin embargo, para que estos controles sean eficaces no basta simplemente con hacer críticas a las políticas del gobierno o a las conductas de sus agentes, sin identificar con exactitud el carácter y naturaleza de los hechos políticos que se imputan, esto es, si son de mera valoración crítica o no, o si son de conveniencia política o no; si son éticos o no; o si son jurídico disciplinarios o penales, etc. Porque, de no ser así, se corre el riesgo que dichas críticas se diluyan y se distorsionen en la exteriorización de afanes protagónicos, de manifestaciones de insultos o agravios, de provocaciones de animadversación o de agradecimiento, de presiones indebidas o se conviertan en espectáculos públicos. Pues en tales eventos, si bien ello contribuye a la divulgación de una expresión crítica de dicha gestión, de allí no pasa su impacto es transitorio y su influencia, ninguna.
En cambio, no ocurre lo mismo cuando los debates de control político no solo tienen un objeto claro que identifica el reproche que se le hace por parte de los citantes, como de las defensas que asumen los defensores. Porque en estos eventos es factible que el colectivo congresional pueda llegar a una conclusión positiva o negativa sobre el asunto debatido que, a su vez, permita adoptar un tipo de correctivo de la mala política controlada, incluyendo la moción de censura.
Por esta razón, en Colombia el control político debe perfeccionarse, porque aún no pasa de ser un mero debate político, entre la fuerza de oposición y la fuerza del gobierno, de carácter implemente protagónico y sin las consecuencias correctivas pretendidas. Además, la fuerza de los independientes comienza a convertirse en la tercera fuerza decisoria que mantiene el equilibrio en el proceso de juzgamiento en que termina o concluye el control político ejercido.