Progreso Humano o Social

Cuando lo soñado por todos los seres humanos es el “progreso universal” y cuando el camino a recorrer es el proceso de “desarrollo integral” (en lo material e inmaterial) de todas las poblaciones del mundo, emerge como “única fuerza responsable” de ellos, la “humanización del universo”, esto es, una “novedosa civilización” para todo el planeta y para toda la raza humana, que, por encima de las diferencias y los antagonismos de toda índole (v.gr. raciales, religiosos, políticos, económicos, culturales, etc.), procure la protección del universo y la construcción de sociedades más libres, iguales y unidas por su pertenencia al género humano y por su participación en el liderazgo universal.

 

De allí que con apoyo de las ciencias, las tecnologías y las filosofías, sea preciso avanzar en la construcción de “un verdadero trato humano”, comenzando con el reconocimiento y respeto recíproco de los seres humanos, como seres libres, iguales, racionales, dignos y con valores humanos fundamentales o comunes que nos guían; para luego continuar, con la “liberación” del ser humano de sus falencias y ataduras dañinas (v.gr. como la desinformación, la incomunicación, la sumisión, etc.); y finalizar, con la construcción de unas “relaciones humanasde mutua cooperación y solidaridad, que son básicas para el “progreso humano”. Sin embargo, para ello se requiere “combatir y desarmar la manipulación humana” y “la corrupción”, porque ambas acciones atentan contra la humanización de los seres racionales y su correspondiente progreso humano.

 

En efecto, en esta época de “multiplicación de las relaciones humanas”, sin el suficiente conocimiento, la manipulación humana aparece como el primer enemigo del progreso humano, porque, siendo aquella el empleo oculto e indigno que hace un ser humano con relación a otro, acudiendo a aparentar una relación igualitaria y respetuosa, cuando obra con mentira o engaño para utilizar al otro como un objeto o cosa, tal manipulación no solo afecta o elimina la autonomía humana que debe reconocerse a todo ser humano para su desarrollo, sino que también afecta la libertad, la racionalidad y la dignidad del mismo.

 

De allí que todo este desarme deba predicarse de toda manipulación, especialmente de la manipulación de la conciencia de otro. Porque con ella, es el manipulador quien no solo le hace creer al manipulado, que es o no es alguien, o, en su caso, le hace creer que hay que hacer algo, o no hacerlo. Por eso, con la generación de esta falsa creencia, no solo se hace creer al manipulado, que no puede o si puede hacer algo, sino que, en el fondo, le conduce a hacer la voluntad de aquel, como si fuera la propia.

 

Y, con base en ella, también se manipulan a las personas, individual o colectivamente, en todas o algunas de sus manifestaciones humanas en lo moral, político, social y económico. Y precisamente dentro de dichas manipulaciones pueden destacarse todas aquellas relaciones “de trato aparente humano” donde se establecen relaciones humanas públicas con apariencia de certeza de realidad frente a la otra, cuando oculta (o discretamente) y engañosa o arbitrariamente, se producen actos de manipulación, como los siguientes: Las distorsiones de la realidad, a fin de obtener beneficios propios o ajenos, como sucede con las propuestas políticas, sociales o económicas engañosas, así como las informaciones distorsionadas de los medios de comunicación. Los empleos de una relación, como la amistad, para obtener beneficio oculto propio o ajeno (como el no devolverle el préstamo de dinero obtenido, o el obtener prebendas públicas). Las explotaciones indebidas del trabajo o servicio prestado, como las que desarrollan los que explotan o abusan de una ayuda meramente solidaria y los que usan indebidamente a otra persona en una conversación, a fin de obtener ideas o soluciones y proceder, sin autorización suya, a su uso como propios. Los aprovechamientos indebidos del apoyo de otro, como ocurre con el provecho del trabajo ajeno, para presentarlo como propio, y obtener un reconocimiento indebido, a costa de lo ajeno. Los aprovechamientos indebidos de los deseos, expectativas, aspiraciones y sueños, ignorancia y necesidades, en lo político, lo profesional o de otra índole, cuando no hay posibilidad de satisfacerlos. Las subordinaciones de los aspectos personales de una persona, como su honorabilidad o confianza, etc., a objetos o cosas, como el dinero, compensación de otro tipo, etc. Los tratos en desmedro de la consideración de las cualidades humanas fundamentales y el abandono del respeto, la valoración y el mérito humano; etc.

 

Pero, al lado de esta manipulación, se erige como un “segundo enemigo del progreso humano”, de mayor entidad en sociedades, como la nuestra, que es “la corrupción”, ya que, debido a la actual debilidad en la formación humana (particularmente, en valores) y en su rectitud (especialmente en sus medios y propósitos), aquella puede generase fácilmente en las personas; y al carácter corrosivo de la dignidad humana, la corrupción todo lo corroe, lo corrompe, lo daña y lo echa a perder, incluso las ventajas o avances que haya podido alcanzarse en otros campos, como lo moral, lo económico, lo tecnológico y lo legal. Pues. “la corrupción”, en sí misma, es “antihumana”, en cuanto hace del ser humano integral o de sus expresiones (en sus acciones u omisiones, o circunstancias) “un objeto negociable” y, por tanto, compensable económicamente o con satisfacciones personales (v.gr. favores personales, sexuales, sociales, etc.).

 

De allí que le corresponda a toda la comunidad humana del planeta la responsabilidad de “desarmar la manipulación y la corrupción humanas”, así como también la de desarmarlas con el reconocimiento y, ante todo, con la exaltación de la dignidad humana, a fin de que pueda construirse “un verdadero trato y relación humana incorruptible”, que pueda tomarse como fundamento verdadero de “un progreso humano”. De no ser así, el progreso se detendrá y comenzará a retroceder hasta desaparecer su finalidad de procurar el beneficio de la humanidad. Sería “un progreso inhumano”, porque sería esclavizar a la humanidad al servicio del progreso deshumanizado, lo que implicaría negarle al verdadero progreso su esencia y su finalidad de procurar el desarrollo de la humanidad.

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