*Marta Sáenz Correa
Cuando no expresamos lo que sentimos o lo hacemos maquillándolo, el cuerpo, que no entiende la incoherencia, puede reaccionar con algún síntoma, patología o enfermedad. Callarse o no decir las cosas tal y como son, son actuaciones que se adelantan por diplomacia, por miedo a no afrontar las consecuencias, o para no hacer daño. En cualquiera de estos casos, dependiendo de la importancia de lo no expresado, el cuerpo humano ha desarrollado una estrategia de comunicación con su dueño, la enfermedad.
Nos callamos por miedo a la reacción de los demás, por temor a mostrar lo que sentimos, pero al final los que nos sentimos mal somos nosotros. Si no decimos lo que pensamos o lo que sentimos las otras personas no lo podrán adivinar lo que pasa por nuestra mente y nos sentiremos cada vez peor.
Decir lo que realmente se piensa, dándose a valer y sin pisar al otro no es siempre una tarea fácil, pero es fundamental para establecer relaciones sanas y duraderas. La asertividad es una forma de expresión consciente, directa y equilibrada cuyo objetivo es defender las ideas, deseos y sentimientos propios sin perjudicar u ofender al otro. Para ello, es necesario tener autoconfianza y autocontrol, y evitar dejarse llevar por las emociones.
Cuando expresas lo que te molesta vas a sentir una profunda liberación, porque no comunicar las emociones es un peso que llevamos día a día y que va perjudicando nuestras relaciones con los demás sin que nos demos cuenta. Si escondes lo que piensas, te estás escondiendo a ti mismo, creas un muro que no se ve alrededor tuyo y nadie puede ver cómo eres realmente; los demás tendrán una idea equivocada de ti, no te podrán apreciar, ni ver las virtudes que tienes.
Practicar el arte de la honestidad tiene increíbles beneficios para la salud. Ciertamente, en esta sociedad de las medias verdades y las mentiras enteras, las personas honestas suelen estar en peligro de extinción. Decir lo que piensas requiere una dosis de valentía, unas gotas de seguridad personal y unos terrones de autenticidad. Las personas que dicen lo que piensan, con respeto y asertividad tienen una mejor salud emocional y combaten mucho mejor el estrés. Cuando uno empieza a dejar ir lo que le molesta, a traducir en palabras las preocupaciones y a poner límites a su día a día para que otros no vulneren su dignidad, deja de preocuparse por las críticas ajenas y vive una vida más feliz.