SOLIDEZ NACIONAL. UN COMPROMISO SINCERO DE TODOS.

Indudablemente Colombia es una Nación bicentenaria, democrática y sólida. Pero qué tanto los colombianos contribuimos sinceramente a incrementar su solidez nacional dentro de la diversidad? Este interrogante surge como consecuencia de que recientemente se han puesto en evidencia, significativas cuestiones oscuras en las campañas políticas, como las de los hacker, en las actividades de las Altas Cortes, como la de las garroteras internas y las irregularidades en los nombramientos (basta leer el espectador del 29 de junio de 2014).

Por ello, este observatorio encuentra que tales comportamientos no solo son inaceptables, sino que en nada contribuyen a una sólida reconstrucción nacional. Porque siendo las relaciones veraces, aquellas que se establecen con base en la verdad, esto es, en la realidad que nos rodea, no puede menos que se considerase que ellas constituyen la base fundamental para la reconstrucción de nuestro tejido social que le de solidez al proceso de paz y a la Nación diversa y plurietnica. Ni siquiera la diversidad política o ideológica, autoriza expresarse sin sinceridad y mucho menos a engañar a la sociedad, aunque si a defender sus ideas y expresar sus críticas dentro de un escenario civilizado.

Pues sin relaciones sociales veraces, la funcionalidad de una Nación se hace crítica, insostenible o imposible. De allí que, para restablecer unas relaciones confiables en la sociedad sea necesario abandonar la falta de sinceridad que suele cometerse o tolerarse en ciertas crianzas y relaciones familiares, vecinales, amistosas, estudiantiles, laborales, ocupacionales, profesionales y hasta políticas, donde con no poca frecuencia suele acudirse a las mentiras, a las falsedades, a comentarios o rumores falsos y a los engaños, bien sea para obtención de beneficios, para dañar a otros, o para distorsionar la realidad, con un interés determinado.

Pero para ello, es necesario que aquellos que se encuentran encargados de la orientación de las familias, de los grupos o de las comunidades, tales como los padres, los líderes, los dirigentes, los maestros, héroes, no solo sean auténticos en sus comportamientos, sino que sean veraces, esto es, que restablezcan sus relaciones y actúen conforme a la verdad, para que puedan ser ejemplo de los demás. De allí que sea indispensable adoptar los mecanismos correctivos que desarmen o eliminen las falsas conductas. Por consiguiente, resulta imperativo las correcciones pertinentes, de las relaciones paternales que construyen relaciones familiares sobre la mentira; las de los maestros, que distorsionan la rectitud enseñada a los discípulos con los abusos que se cometen con ellos; y las conductas de los políticos, dirigentes y lideres, que establecen relaciones con los ciudadanos sobre la base de la demagogia, el engaño, la manipulación, el incumplimiento de promesas, el ocultamiento o tolerancia con la burocracia, la ineficiencia, la corrupción, etc. Así mismo, también se exige de los grupos insurgentes que negocian el fin del conflicto para luego construir la paz, adquieran públicamente un compromiso sincero con la consolidación pacífica y en progreso de la Nación.

Sin embargo, también es indispensable la promoción y aceptación en la comunidad, del desarrollo de la veracidad en las relaciones sociales, no solo para construirlas, sino también para multiplicarlas y desarrollarlas. Pero para el logro de este avance no basta basarse en la mera presunción de la verdad de lo que se dice y la buena fe de lo que se dice, sino que es necesario construir en la realidad la veracidad social, constatándola previa, concomitante o posteriormente de que se está actuando con sinceridad. Sin embargo, además de ello se requiere que la sinceridad de un sujeto frente a otro u otros, sea correspondida por este o estos en el sentido de que aquel tenga la seguridad de la sinceridad de estos, o de, por lo menos, la de su comprensión. Así mismo, en caso de insinceridad, porque equivocada o conscientemente no se manifieste en forma sincera, también resulta imperativo para el declarante, encontrar en el destinatario el reconocimiento de la posibilidad no solo de errar o simular, sino también la posibilidad de corregir oportunamente el defecto, esto es, antes de que produzca daños o efectos negativos.

Ello, sin lugar a dudas, redundará en la solidez de las relaciones sociales necesarias en esta etapa de la vida nacional.

Imagen tomada de: www.somoslarevista.com

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