Barreras de acceso a la justicia I: COrrupción

Por: CHARLES DAVID CHÁVEZ BRUGÉS Colombia es un Estado Social de derecho, y como tal, garante de la administración de Justicia como función pública. El artículo 229 de la Constitución Política Nacional, advierte que “se garantiza el derecho de toda persona para acceder a la administración de justicia. La ley indicará en qué casos podrá hacerlo sin la representación de abogado”. En consecuencia, los jueces de la república, en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley. Por lo tanto, ese derecho fundamental supone por una parte, la obligación del estado de crear las condiciones jurídicas y materiales para su cumplimiento, y por la otra, velar por la no obstaculización removiendo todos los factores que sean posibles que impidan el goce, ejercicio y materialización del acceso a la justicia. En Colombia, ese acceso a la justicia encuentra barreras infranqueable por parte de las personas más necesitadas, las que verdaderamente requieren de ese servicio público, el ciudadano pobre, el ciudadano de a pie, por cuanto no cuenta con los recursos económicos para acceder a ella, tampoco, con la condición social ni cultural de otros poderosos, tanto económicamente como socialmente, incluida las grandes empresas, los monopolios y la Banca, que la manipulan y están a su servicios, objetivándose una desigualdad entre unos y otros. Aunado a lo anterior, nos encontramos con la barrera, que para nosotros, es la más importante, la que más afecta el acceso a la justicia, la CORRUPCIÓN incrustada en la mente, tanto de los operadores de la justicia, como del servidor, el usuario, los abogados, en general del Estado Colombiano, degeneración profunda por la crisis ética que con tanta severidad destruye las bases del país, y que naturalmente crea situaciones fácticas de descomposición, de discriminación, de criminalidad, de exclusión de ciertos sectores de la población, de los pobres y más pobres, lo que origina deficiencia en la administración de justicia, en la calidad de la prestación del servicio, congestión e iniquidad, desidia e incompetencia, de los que tienen la misión de administrarla; también, por la desconfianza de los hombres que actúan, dirigen, administran la vida pública de la nación, lo que se ha convertido en un hábito de rapiña por quienes manipulan los bienes del pueblo colombiano. CONTINUARÁ: II.- ABANDONO ETICO E INSTITUCIONAL    

Partido Liberal, “vivito y coliando”

  Horacio Serpa Son legales los avales entregados a las y los candidatos del Partido Liberal; no es verdad que la Justicia haya acabado con la Dirección Nacional del Partido; no es cierto que las actividades del liberalismo para organizar las elecciones de Octubre estén viciadas de ilegalidad. El Partido marcha bien, tiene autoridades legítimas y será en Octubre la primera fuerza política de Colombia. Algunas fuerzas partidistas enemigas del Partido Liberal hacen esfuerzos por aprovecharse perversamente de cualquier situación que ofrezca la coyuntura nacional para tergiversar la verdad y crear climas de confusión e inestabilidad. Hay una situación que vale la pena comentar con precisión. El Honorable Consejo de Estado, por virtud de una Acción Popular, dispuso en reciente sentencia que los Estatutos válidos del Partido son los aprobados por consulta popular en el año 2002. El fallo ordenó realizar una serie de pasos para consolidar sus órdenes, las cuales deben realizarse dentro de los términos señalados en la misma providencia. Una de las cosas por hacer es adecuar los Estatutos del 2002 a las disposiciones sobre Partidos aprobadas después de su expedición. La sentencia aludida no está en firme. El Partido ha hecho uso de sus derechos para pedir aclaración y adición del fallo. El Partido cumplirá con rigor, en los términos de ley, todas y cada una de las cláusulas de la sentencia. El fallo no tiene efecto retroactivo. Todas las actividades realizadas por el Partido son legales y legítimas. La sentencia no afecta el funcionamiento de la actual Dirección Liberal, encargada de cumplir las órdenes de la sentencia. Hasta cuando una nueva autoridad elegida de acuerdo a los Estatutos del 2002 asuma las riendas de la Colectividad, la DNL seguirá cumpliendo sus funciones pues el Partido no puede quedar al garete. Ese no es el sentido de la sentencia. La decisión judicial crea unos Comités que se encargarán de estructurar los cambios ordenados, vigilar el exacto cumplimiento del fallo y la aplicación de los Estatutos del 2002. El Partido Liberal continuará desarrollando sus funciones y tareas con miras a lograr la mejor victoria en las elecciones de Octubre. Lo ocurrido no es un desastre sino una oportunidad. Es el momento de buscar para el liberalismo mejores instancias de organización interna, más responsabilidades sociales, una propuesta moderna, ética y en equidad, y la posibilidad de liderar reformas como la paz, derrotar la desigualdad y lograr resultados en seguridad, justicia, inclusión, mejor política y transparencia. Me anima contribuir a la unión del Partido y a la incorporación de los Estatutos del 2002, cuya elaboración lideré para darle al liberalismo dimensión popular y responsabilidad social. No es hora de revanchismos ni de discusiones estériles. Debemos construir, no destruir. Mi llamado a las y los liberales es que aprovechemos la ocasión para hacer del Partido la organización partidista que necesita Colombia. ¡Entre todas y todos podemos!  

¿A quién le hace mal el resentimiento?

  *Marta Saenz Correa La mayoría de las personas hemos sentido esa mezcla de rabia, desilusión y frustración que se experimenta cuando a nuestro juicio una persona u organización nos ha defraudado en algo y no queremos o podemos expresar directamente nuestra reacción, y aun cuando somos conscientes que ese resentimiento nos hace daño, insistimos en guardarlo. Frente a lo cual,  la doctora María Mercedes de Beltrán en su libro: «convierta los problemas en oportunidades» nos hace el siguiente cuestionamiento: ¿el resentimiento le hace mal al otro o a usted mismo? En toda relación humana, desde la más ocasional hasta la más profunda, cada una de las partes espera a que la otra se comporte de determinada manera y a esto lo llamamos expectativas. Es algo así como una forma de vivir por anticipado nuestras relaciones con los demás, con todas las suposiciones y deseos que tenemos antes de que un acontecimiento suceda. Los resentimientos nacen de las expectativas frustradas cuando creemos justo y lógico que el otro se comporte de determinada manera en algo que tiene un significado especial para nosotros, y esto no sucede así; nos sentimos injustamente pagados, ofendidos, adoloridos, frustrados y es cuando comienzan los resentimientos. El problema es que generalmente partimos de la premisa errada: la otra persona se verá afectada cuando tenemos hacia ella un resentimiento. La paradoja es que el resentimiento es una de esas victorias engañosas que obra como el bumerán, se devuelve contra el que lo lanza. El dolor que esperaba causarle a otro y todas las demás consecuencias negativas las está recibiendo usted. Cuando una persona está resentida, desea vengarse y quiere que el mismo dolor que está sintiendo lo padezca el otro; lo primero que se le ocurre es retirarle lo más importante que le está dando: su amor, su afecto, o su amistad. Lo importante es que el otro se dé cuenta de que usted está herido y esto le duela. Como resultado, usted empieza a aplicar una forma intransigente e injusta para juzgar lo que la otra persona hace o deja de hacer, cambia su perspectiva de la relación y  empieza a ser menos benévolo con el otro, algunas cosas que antes no le molestaban ahora las encuentra insoportables, y lo que funciona bien entre los dos empieza a parecerle falso o sin sentido. Cuando las cosas llegan a este punto, lo único que nos parecería aceptable seria que el otro se diera cuenta de lo que nos hizo, nos presentara disculpas y nos dijera que también le duele que le quitemos nuestro aprecio. Generalmente, no sucede nada de esto y aun cuando usted este muy adolorido, es posible que el otro ni siquiera se haya enterado del asunto. El que verdaderamente sufre con el resentimiento es el que lo siente, no el otro. No podemos olvidar que lo que realmente cuenta en un resentimiento es lo que esperábamos que fuera y no fue; es decir, nuestras expectativas frustradas. Las expectativas no expresadas son una fuente potencial de frustraciones y de heridas, pues aun cuando la otra persona, jefe, compañero de trabajo, vecino, amigo, hijo, pareja, o familiar, desee hacer lo que usted espera, le será bastante difícil complacerlo si no sabe que es. Tener expectativas sobre la conducta del otro es absolutamente inevitable, pero mientras más realistas sean, mayores posibilidades existen que éstas se cumplan. Por lo cual, les recomiendo hacer sus expectativas explicitas. Cuando tenga alguna relación, pregúntele claramente a la otra persona lo que espera de usted y manifieste sus expectativas; esto facilitara su comunicación y cada uno sabrá claramente las reglas del juego.  

Femicidio II: Un nuevo concepto para calificar una práctica ancestral

Por: Luis Alfonso Fajardo S. Históricamente las mujeres han desafiado diferentes situaciones, donde se limitan sus condiciones y derechos de manera particular, de acuerdo a cada época y contexto cultural y social, con castigos que se reflejan como ejemplo para algunas y advertencia para todas (Giberti 2010). Algunos historiadores, sociólogos y grupos feministas han resaltado la Quema de brujas, la cacería de brujas o la Brujo-Manía, termino dado a esta particular época en Europa por Diana Russell, como el momento en la historia donde más se alentó el desprecio y temor hacia la mujer, época marcada por el fuerte impulso de la misoginia. Lo que resulta tan impactante de este periodo y la razón por la cual es un área tan importante para el análisis y comprensión feminista (Russell y Radford 2006). La violencia contra la mujer, ha sido una constante de dimensiones monstruosas en tiempos de guerra y de rasgos encubiertos en tiempos de paz. De lo primero hay pruebas desde los registros de maltrato y violaciones sexuales realizados en la I y II Guerra Mundial, hasta las limpiezas étnicas (“cleansing”) bosnio-croata del presente. El nacimiento del término como constructo teórico es el resultado de un extenso y valioso trabajo de la academia feminista, en confluencia con los procesos de denuncia y visibilización del fenómeno, que vienen sosteniendo el movimiento feminista, los familiares de víctimas y activistas de derechos humanos. En la década de los noventa, feministas anglosajonas introdujeron el concepto. Aunque femicide, argumenta Diana Russell, ha estado en uso desde hace más de dos siglos y apareció por primera vez en la literatura, en “A Satirical View of London” (Corry 1801) para denominar “el asesinato de una mujer”. Diana Russell utiliza el escenario del Primer Tribunal Internacional de Crímenes contra la Mujer que se celebró en Bruselas en 1976 para darle un sentido concreto y práctico a este problema social, identificándolo por primera vez como femicide en su traducción al español femicidio, homicidio de una mujer. Éste término empezó a adaptarse en la sociedad para identificar situaciones donde la víctima era la mujer por el solo hecho de ser mujer (Russell y Van de Ven [1976]). De nuevo en 1990, Diana Russell en colaboración de Jane Caputi, dieron a conocer el desarrollo y significado de este nuevo término en la publicación de su artículo denominado Speaking the Unspeakable, donde indicaron que el femicidio es “El asesinato de mujeres realizado por hombres motivado por odio, desprecio, placer o un sentido de propiedad de las mujeres” (Caputi y Russell 1990), posteriormente, junto con Jill Radford lo describió como “el asesinato misógino de mujeres realizado por hombres” (Radford y Russell 1992). ….CONTINUARÁ: III.- CASO BERENICE MARTINEZ

¿Somos resilientes? –Forjadores?

  *Marta Saenz Correa Todos los años saco el rato y me voy a la feria del libro, evento que disfruto y aprovecho para comprar los libros de mi preferencia. En esta ocasión, entre los escogidos, Todos Somos Resilientes de Valeria Schwalb, ofrece una mirada novedosa sobre el concepto de la resiliencia, capacidad que todos tenemos para superar las heridas más profundas y salir fortalecidos de ellas. La resiliencia es una capacidad, estado o habilidad que tenemos todos los seres humanos para salir adelante, evolucionar o trascender de una situación o momento de crisis y que permite identificar características personales y sociales que de otro modo muy probablemente no hubieran quedado latentes. También, se trata de que un evento adverso no corrompa la esencia de lo que somos, no destruya ni altere las bases, pero nos permita seguir siendo nosotros mismos y conocernos mejor. Tolerar la frustración es esencial para enfrentar los problemas; es aceptar que algunas cosas no podrán repararse, y lograr que lo irreparable no me destruya a mí mismo; es tolerar más y enojarnos menos; se trata de la capacidad de comprender que no todo es como queremos y que no podemos obtener todo lo que deseamos. La residencia y la tolerancia a la frustración nos permiten seguir motivados para salir a buscar otras alternativas. La tolerancia también se aprende, se entrena, como un musculo, y es un requisito fundamental para poder desarrollar la capacidad de resiliencia. Además, debemos aprender a aceptar que nos podemos sentir mal por un tiempo y que ello no conlleva a la destrucción total. Ante la explosión de una situación muy dolorosa podemos llegar a sentirnos devastados, arruinados, y tener la sensación de que jamás podremos superar lo vivido y que no podremos volver a ser nosotros mismos. Con el tiempo, y para nuestra sorpresa, empezamos a encontrarnos en la tarea de reconstruir. Los hechos más difíciles de la vida son oportunidades únicas que nos permiten encontrarnos con nuestra capacidad resiliente: poder reparar, reconstruir, y ser capaces de superar hasta el dolor más profundo. Aprender a perder, es apostar a ganar. Además, una persona feliz es una persona resiliente, ser feliz no tiene que ver con las circunstancias que nos toque vivir, sino con el modo en que las enfrentamos y las actitudes que tomamos. La resiliencia nos enseña que podemos ser felices, mas allá de lo que nos pase y a partir de ello la felicidad no es un momento, ni un instante, ni la suerte de algunos. Tampoco depende de lo que tengamos o no tengamos. La felicidad es un estado que la resiliencia nos permite sentir, registrar y vibrar. Todos somos potencialmente resilientes, pero hay quienes deberán esforzarse más para alcanzar estas capacidades. La resiliencia, por tanto, es dada, aprendida, podrá ser construida con dedicación y se trata de un proceso dinámico que se ve influenciado por la situación emocional de la persona. Para finalizar, es importante sembrar semillas en nuestros hijos para que ellos puedan superar las crisis de la vida,  como son las demostraciones de afecto y cariño, las miradas cómplices, el abrazo oportuno, la caricia tierna; y ofrecerles un ambiente cálido; estimularles la autoestima; detectar y promover el desarrollo de las cualidades personales; compartir, transmitir y fomentar valores y normas; ofrecer oportunidades; fomentar la aceptación de las diferencias, porque nadie es igual a nadie, y la cohesión, es decir, la intensidad de los lazos emotivos que unen a una familia; e incentivar la comunicación entre los miembros, las palabras y el silencio compartido.

Feminicidios: Los procedimientos inquisitivos

Por: Luis Alfonso Fajardo   Uno de los aspectos más estudiados recientemente por los criminólogos actuales respecto del Malleus Maleficarum, es justamente la tercera parte del texto que son los temas jurídicos y procesales, porque como lo señala Zaffaroni: Este texto de altísima circulación en los dos siglos posteriores y deslegitimado en definitiva apenas en 1701 por obra de Christian Thomaius, durante los tres últimos siglos fue reducido a la condición de objeto de curiosidad o de interés sólo para historiadores de la Inquisición, pero silenciado completamente por los penalistas. (Zaffaroni 2005, p. 153-177). La primera cuestión planteada es la siguiente: ¿Cuál es la forma más justa de iniciar un proceso de fe contra las brujas? Se responde a esto con que existen tres maneras previstas por el Derecho, según Krämer y Sprenger (1487): 1. Cuando alguien acusa a otro ante el juez por un crimen de herejía o de protección de herejes, ofreciendo probarlo y someterse a la ley del talión si no lo consigue; 2. Cuando alguien denuncia a una persona, pero sin ofrecerse para la prueba ni querer verse inmiscuido en el asunto, pero él denuncia o bien por el celo de la fe o porque hay una sentencia de excomunión dictada por el Ordinario o su vicario contra aquellos que se nieguen a denunciar, o porque el juez temporal amenaza con una pena temporal; (3) Esta manera es la que implica una inquisición: no hay acusador ni denunciador, pero corre el rumor por la ciudad o por la región de que hay brujas. Entonces el juez no debe proceder a instancia de nadie, sino en razón de su cargo. (Krämer y Sprenger 1487, Tercera parte, p. 435) De las tres maneras mencionadas de iniciar el proceso, la última es la más común ya que es secreta y porque el denunciador y el acusador no tienen que comparecer. Pero si en alguna ciudad o lugar existiese la opinión general de dedicarse a la brujería contra alguna persona, y si sobre esta base el juez quisiera proceder de oficio, sin situación general, simplemente porque llega con frecuencia este rumor hasta sus oídos, entonces puede iniciar el proceso en presencia de las susodichas personas de la forma siguiente: En el nombre del Señor. Amén. En el año del Señor, tal día tal mes, ha llegado hasta los oídos de tal juez u oficial de tal lugar, de tal forma insistente el rumor persistente y la común opinión de que tal persona de tal lugar ha dicho y hecho cosas que parecen ser brujerías contra la fe y el servicio de la República. El proceso comienza por una citación general colocada en las puertas de la iglesia parroquial, o de la casa municipal. (Krämer y Sprenger 1487, Tercera parte, p. 437)

Aquí no pasa nada: Estímulo a la corrupción.

  Desde hace mucho tiempo la sociedad se sorprende cada vez con hechos que notoriamente son reprochables. Así ocurre en la actualidad con los hechos de gran impacto social, como son los hurtos a celulares, los atracos, las penetraciones sin pago a los transportes masivos, las inseguridades urbanas, etc. Ello también acontece con los hechos relacionados a los carteles de los contratos, los tráficos de influencia y la inoperancia de los funcionarios públicos, de las autoridades de policía, de los organismos de investigación y de la justicia, así como de la clase política. Pero dicho asombro también se extiende a hechos internacionales reprochables, como la trata de personas y la corrupción en las actividades del fútbol internacional (FIFA), etc. Sin embargo, en la sociedad se ha gestado una mera idea de lo que realmente acontece, sin ningún análisis, lamentablemente auspiciada por todos los sectores, y no percibida por los medios de comunicación social, consistente en que “aquí no pasa nada”. Porque, por el contrario, en verdad, aquí si pasa algo, que es precisamente aquello que hace que no pase nada. En efecto, la usual expresión de que “aquí no pasa nada” para referirse a aquella “actitud pasiva de no reacción contra aquello que se estima incorrecto”, no debe apreciarse inocentemente como aquella que considera que se trata de una falta ocasional que no causa daño y que, además, es lo mejor para la sociedad. Por el contrario, se trata, en el fondo, de la consolidación de un estímulo a la corrupción. Porque con esa expresión no solo se hace un reconocimiento social a la inoperancia del Estado, sino que se estimula a las personas para que corrompan o se aprovechen de los funcionarios deshonestos. Más aún, ella facilita que adopte, como estrategia de la corrupción, la disfuncionalidad del Estado, lo cual implicaría la corrupción del propio Estado, esto es, la de su deterioro funcional paulatino. De allí que se trataría de un reconocimiento social de la inoperancia estatal que, desde cualquier ángulo, constituiría la peor forma de corrupción del Estado. Porque, en el fondo sería como promover no solo la compra y el tráfico de los funcionarios (en sus conciencias), del tráfico y aprovechamiento indebido de los cargos y de las decisiones estatales, tal como hoy se ha entendido la corrupción, sino que con dicha actitud se promovería el deterioro la honestidad de los funcionarios y de los particulares que deberían tener para con el Estado, y, consecuencialmente, también se   corrompería totalmente de la esencia de la función del Estado. Pues con ello se auspiciaría y consolidaría: En primer término, la idea de un Estado antidemocrático. Porque debido a su inoperancia, no beneficiaría a la sociedad; en tanto que cuando opera, solo favorecería a los grupos, incluso a los alzados en armas. En segundo lugar, la idea de un Estado inoperante, cuando sus autoridades públicas no hacen o no cumplen las leyes, o no las hacen cumplir cuando se cometen conductas repudiables socialmente, o sencillamente no reconocen los derechos de todos los miembros de la sociedad, o no satisfacen las protecciones, ni mucho menos las necesidades de estos últimos. En tercer término, dicho reconocimiento social también reafirma la “idea del Estado invisible”, esto es, la de que, a pesar de su existencia organizada, el Estado no tiene presencia, no se siente ni se ven sus acciones, ni se aprecian resultados sociales, ni mucho menos, se recibe su protección. Todo lo cual abriría el camino para el empoderamiento de la delincuencia organizada, del narcotráfico, del tráfico ilegal y del estímulo para el surgimiento de dictaduras políticas, militares y económicas. Por consiguiente, es hora en la que los medios de comunicación social, tengan que acentuar su misión democrática de búsqueda y difusión de la verdad social, particularmente en vísperas de elecciones regionales, para provocar que “al fin pase algo”, esto es, que se apliquen las sanciones legales, sociales, morales y económicas del caso.

Terremotos políticos y algo más…

Edmundo López Gómez Las réplicas han sido más fuertes que el propio terremoto que causó la opinión expresada por los presidentes de las altas Cortes y por el Fiscal General, sobre la conveniencia de  convocar una Constituyente para reformar la justicia. En efecto, en el Capitolio, en la Casa de Nariño, e incluso, en el interior de los edificios donde despachan los jueces supremos,    sigue temblando….. El pánico, es evidente. Las supuestas víctimas del sacudimiento se niegan a que el pueblo participe, en su condición de constituyente primario, en la aprobación de una reforma a la justicia , como lo han propuesto  las dignatarios de las Cortes, con el respaldo de la Fiscalía General de la Nación, de cuya matriz habrían nacido, según se ha podido apreciar , las consignas de fuego contra la reforma constitucional que tramita el Congreso de la República . De donde resulta acertado el vaticinio de algunos sismólogos políticos criollos, quienes han señalado que el despacho del doctor Montealegre – que se comporta como un volcán en permanente erupción- , ha resultado ser el epicentro del terremoto que   hoy sacude los cimientos institucionales de muestra república . Sin embargo,  más allá de las anteriores  licencias metafóricas ,  propias   de   nuestro Macondo impredecible , y   ante la realidad viviente de un Congreso que ha sido incapaz erradicar fuentes de corrupción política, como el voto preferente, o la circunscripción nacional, que han puesto en jaque nuestra democracia electiva, y ante el curso que ha tomado , además, el proceso de paz La Habana, desprestigiado por hechos de barbarie que el actual modelo de negociación permite , habrá que decir que finalmente la idea de la Constituyente puede abrirse paso . Con todo, habría que tomar precauciones   para que la Asamblea que se convoque con determinados fines : reformar la justicia, reformar el Congreso, reformar el sistema electoral, por ejemplo, no pueda desbordar las precisas atribuciones que, para dichos efectos, se le lleguen a otorgar. Desde las trincheras de la experiencia, aconsejamos que para evitar el desvío funcional de la Asamblea , el Congreso Nacional, en la misma ley que haga la convocatoria, deberá dejar establecido que todos los actos que apruebe dicho órgano delegado serán sometidos a control de los órganos jurisdiccionales , pues habrá que recordar que los asambleístas de 1991 , por sí y ante sí, se declararon omnipotentes, y bajo esa presunción antidemocrática, cometieron el atentado de aprobar el artículo que sustrajo de ese control los actos que emanaran de dicho cuerpo: como el de la revocatoria del Congreso de la República que había sido elegido por más de siete millones de votos. Así se hubieran dejado constancias enérgicas, como la del ex constituyente Esguerra Portocarrero, contra dicho artículo de contenido dictatorial. Posdata. Causa del terremoto político que vivimos, desde nuestro periscopio político: la aspiración del fiscal Montealegre a ser el candidato presidencial del posconflicto.

El País apoya el proceso de paz

Por: Horacio Serpa La última encuesta, de RCN y Semana, trae cifras reveladoras sobre el proceso de paz. Un altísimo porcentaje de los encuestados está de acuerdo en que a los guerrilleros de las farc se les condene por sus delitos y se les encarcele. Esa mayoría pide que los subversivos no puedan participar en política ni ser elegidos para responsabilidades públicas como el Congreso Nacional, Alcaldías o gobernaciones. Puede parecer una contradicción que ese mismo alto porcentaje de encuestados esté de acuerdo en que el gobierno continúe el proceso de paz con la guerrilla, con la condición de que se ponga fecha para su conclusión. Así es, ni más ni menos: la gente está de acuerdo con el proceso de paz que adelanta el gobierno con las farc, pero no quiere que los acuerdos permitan la impunidad para los subversivos ni que al integrase en la vida democrática puedan hacer política, ser candidatos y logren ir a las Corporaciones Públicas o a cargos de gobierno. También quieren que el proceso termine pronto y que los guerrilleros se desmovilicen. Concluyo entonces, contra de lo que pregonan los intérpretes de mal agüero que aprovechan cualquier cosa para despotricar sobre todo lo relacionado con la convivencia, que la gente sí quiere un acuerdo de paz para que se acabe la guerrilla y no haya más farc. En ese sentido apoyan al gobierno. Pero, a mi juicio, no tienen una visión realista de lo que se negocia en Cuba. Las farc se fundaron en 1964, con argumentos políticos, sociales y económicos para confrontar al Estado y derrocarlo. De entonces a hoy han ocurrido toda clase de conflictos, violencias y sangrientos enfrentamientos. Lo característico de este conflicto armado han sido la destrucción y la muerte. Las Fuerzas Armadas han luchado con sacrifico y denuedo pero no han logrado destruirlas ni rendirlas. Por eso se busca que renuncien a la subversión y entren a la vida democrática acatando la Constitución y respetando leyes y autoridades. Los integrantes de las farc nunca aceptarán entregar las armas para que los manden a una cárcel, pero es imposible que sus delitos queden impunes. Para eso se busca la aplicación de la llamada Justicia Transicional, de reconocimiento universal, pues no se trata de delincuentes comunes. Es difícil aceptarlo, pero es la única forma de alcanzar la paz. También hay que aceptar que puedan luchar políticamente por sus ideas, sin armas, y si cuentan con el apoyo popular accedan a cargos de responsabilidad pública. Si se pretende juzgar a las farc con la justicia ordinaria, no habrá acuerdos. La guerrilla volverá a sus andanzas, como pasó después de Casa Verde, de Traxcala, del Caguán. Tendremos diez o veinte años más de guerra, de ataques, de secuestros, de muertos, de mutilados, de pobreza. Esa es la verdad y la digo descarnadamente corriendo el riesgo de ser mal interpretado. ¡Aprovechamos Cuba o seguimos en la guerra!