Por: Horacio Serpa
Aclarado lo del Congresito cesaron todos los temores, prevenciones,conjeturas, desconfianzas, equívocos, análisis y disparates que sedieron para tratar de comprender, apoyar, denunciar, rechazar einterpretar las declaraciones que hace ocho días dio a la revista Semana el Presidente de la República Juan Manuel Santos.
Congresito fue el nombre eufemístico que se le dio a la Asamblea Legislativa para que dictara las leyes necesarias en la transición, desde que se acabó la Constitución de 1886 con la sanción de la nueva Carta fundamental hasta que empezó a funcionar el nuevo Congreso Nacional, pues el elegido en Marzo de 1990 fue revocado por la Constituyente. Ese antecedente causó estragos en el actual Congreso, pues muchos de sus integrantes pensaron que se venía otra revocatoria.
Ya aclaró el Presidente que sus palabras nunca tuvieron ese sentido. También declaró, con énfasis, que cualquier disposición o reforma requeridas para implementar los Acuerdos de paz se harán en el Congreso Nacional. Eso está bien. Estará mejor si el gobierno nacional tiene más confianza en sus aliados políticos y dialoga con ellos los asunto relacionados con la necesidad de expedir leyes y aún de introducir reformas en nuestro sistema constitucional para hacer posibles los acuerdos que nos van a llevar la paz. También debe hablarse con la oposición. ¡La paz será para todos!
Es fácil entender que los trámites legislativos son largos, engorrosos a veces, en ocasiones dilatados. Es posible que el Congreso pueda delegar funciones. Una manera es aprobando facultades extraordinarias al Presidente de la República. Habrá otras. Entre ellas, la. aprobación en tiempo record de un Acto Legislativo que permita el funcionamiento de una Corporación Especial que incluya cupos para voceros de la guerrilla. Ya se hizo antes en el país y podría repetirse ahora para salir del atolladero, de manera que gobierno y exinsurgentes, habiendo entregado o abandonado las armas, convenzan a los legisladores que las bondades de la paz exigen ajustes y cambios en nuestro Estatuto Mayor, lo mismo que la rápida expedición de leyes que consoliden la convivencia.
El Partido Liberal está dispuesto a apoyar y a participar en esta novedosa experiencia, si es lo que está buscando el Ejecutivo. O en
otros procedimientos que tapicen de seguridad el camino a la paz.
Bastante ha quedado claro que se requiere ingenio e innovaciones para culminar convenientemente el proceso, sin sacrificar la necesidad de reconocer y reparar a las víctimas, alcanzar la verdad, hacer cierta la no repetición, aplicar la Justicia Transicional y crear el ambiente de respeto, solidaridad y entendimiento pleno, al tenor del sostenimiento y existencia de nuestras Instituciones Democráticas.
La propiedad privada y la libertad de empresa se sostendrán. También la integridad de nuestras Fuerzas Armadas. Pero se requieren cambios en el sistema político, en el modelo económico, en la estructura social. Después de todo, buscamos la paz para que lleguen parámetros de igualdad y renovación en los conceptos de entendimiento y convivencia. Esa paz será cierta y duradera si todos cabemos en el mismo País.