El Procurador es hostil a la paz
Horacio Serpa El señor Procurador, doctor Alejandro Ordóñez, contó a la plenaria del Senado en la noche del debate sobre Justicia Transicional que cuando el Presidente Santos le dijo sobre la posibilidad de hacer la paz con la guerrilla, le contestó: “Seré un escéptico, no hostil”. El Procurador es hombre correcto y un funcionario honorable. Jurista de alta talla, santandereano de carácter y noble estirpe, con una familia querida y respetable. Escolástico y Tomista a más no poder es cancerbero de radicales tradiciones religiosas y conservador de doctrina y dogmas. Un personaje talentoso que en todo trata de imponer sus criterios aún por encima de leyes y jurisprudencias que le corresponde acatar y aplicar. Pero es el Procurador General, un personaje decente en medio de tanto cambalache, y eso es mucho decir. Al Procurador no le gusta la paz de Santos. La aborrece. La desconoce, la ataca con saña, la desprestigia en cada oportunidad que se le presenta, es decir, todos los días. En el debate del Senado fue manifiestamente hostil. El doctor Alejandro Ordóñez no atiende la palabra que le dio al Presidente de la República. Toda su inteligencia la ha puesto en contra de la posibilidad de conseguir que las farc abandonen la lucha armada. Al proceso de La Habana no le reconoce un gesto, una frase, una intención. Todo es inconveniente y malo, perjudicial e inmoral, y hay que destruirlo. Como los cruzados del medioevo o los fanáticos del Santo Oficio, el querido paisano no deja espacios a la paz santista ni oportunidades de reivindicación a la guerrilla. Todos a la hoguera. Debiera saberse por qué nacieron las farc y de donde salió el eln en Santander. Por qué el Padre Camilo Torres se metió a la guerrilla ¡Por qué razones se tendió una cortina de humo sobre la violencia partidista del siglo XX. Por qué al comienzo de la subversión actual no se trató de solucionar incruentamente la confrontación. ¿Qué ha significado esta guerra cruel en muertos, en destrucción, en pobreza? El señor Procurador habla de paz con impunidad. ¿Cuánta es la impunidad en la Justicia Ordinaria? ¿90%? Debe actuarse por las víctimas de la guerra. Pero hay que pensar en las víctimas futuras si la guerra sigue. Nadie se acuerda de los pobres ni de que así seguirán si la guerra continúa. El Procurador alega que representa a la sociedad. Pero la sociedad también está compuesta por quienes no tienen bienestar porque los recursos para ellos se gastan en la guerra. También son de esa sociedad los reclutas y policías que mueren o sufren mutilaciones en la guerra. No hay guerras buenas, ni santas, ni limpias. Como tampoco hay paz perfecta. La sabiduría de Pambelé nos indica que “es mejor la paz, que la guerra”. Y la del pueblo raso que “es mejor un mal arreglo que un buen pleito”. Respeto el escepticismo del Procurador. Pero es inconveniente su hostilidad con la paz. Con que cumpla lo que le dijo al Presidente Santos es suficiente.
Los negocios de la Cultura
Carlos Rojas Cocoma En el mundo financiero, son pocas las industrias culturales que sobresalen en Colombia, y son pocos los empresarios que apuestan con firmeza a su desarrollo. Por una parte, los medios de comunicación se concentran en productos populares y masivos de fácil consumo, como el caso de las telenovelas o las transmisiones deportivas (es decir el fútbol), y por otra parte los escenarios como el turismo se concentran en estereotipos más fáciles de vender hacia el extranjero. A pesar del patrimonio cultural tan llamativo e interesante como el colombiano, se ha preferido comercializar una marca ligada a la fiesta, la naturaleza de fácil acceso (es decir la playa), y algunas ciudades con comodidades modernas (es decir centros comerciales), y dejar de lado los baluartes patrimoniales como la historia, la arqueología o el arte. Sobre estos hay que defender un par de cosas. Compararse con lo que ha hecho España, Francia o Italia con su desarrollo cultural y su imán en la poderosa industria del turismo es una pelea desigual con un país como el nuestro, estigmatizado con justa causa por el terrorismo de la violencia y la debilidad en su infraestructura. Pero hay que llegar a un equilibrio, por lo que lo compararé con casos cercanos. Sólo una ciudad como Arequipa en el Perú, cuyo centro histórico no es más grande que la dimensión de Villa de Leyva, recibió 700 mil turistas el año pasado, facturando 25 millones de dólares. Esto llama la atención si se tiene en cuenta que hasta hace menos de diez años se trataba de una ciudad secundaria e irrelevante para los viajeros al país Inca. Estos datos son aún más considerables cuando se analiza que quien gana con este flujo de visitantes no es sólo la compañía hotelera, sino también el artesano, el guía, los transportadores, los mercaderes, los museos, los restaurantes y todos los vendedores informales que se topen los transeúntes. Es un dinero en cierta medida democrático. Dirán algunos que el patrimonio Inca o Azteca, sus poderosos templos, pirámides o caminos, son una fortaleza hacia la cual es más sencillo promover el turismo que en Colombia, donde nuestros centros arqueológicos se limitan a pequeños observatorios astronómicos, o algunos centros funerarios. Aunque esto se puede discutir y habrá algunos defensores del muy bien conservado parque de San Agustín o del Museo del Oro, supongamos que tienen razón. ¿Qué decir entonces de Guatemala, Ecuador o Bolivia, países con una economía más modesta que la colombiana? Allí el patrimonio cultural es la prioridad a la hora de pensar en turismo. Sólo en el país vecino, el turismo pasó a ser el cuarto sector más productivo. La debilidad de nuestro sector cultural dentro del turismo puede deberse quizás al mismo fenómeno que se ve en otros frentes empresariales: el pensamiento a corto plazo. Pongo solo un ejemplo: en el año 2007 el hotel Decamerón de Santa Marta comenzó a sufrir un deterioro de su playa por los residuos de carbón del desplazamiento marítimo de esta materia prima. Cuando se solicitó hacer un cuidado de esta costa la respuesta gubernamental fue simple: continuar. Entre preservar una playa a preservar la minería, prevaleció lo segundo, por ello el hotel debió cerrar sus puertas. Pero el deterioro va en expansión. Actualmente, se sabe que el daño ambiental ya está llegando al parque Tayrona, y que los pescadores de Taganga deben alejarse cada vez más de las costas para lograr su jornada, deteriorando así lugares cuya riqueza no sólo natural sino cultural debería ser un patrimonio a proteger como lo más sagrado. ¿En qué mente estratégica se cree más benéfico destruir un patrimonio ancestral por un beneficio de corto plazo? En el último año el turismo pasó a convertirse en el 5.9 % del PIB colombiano. En los países con un sector fuerte del turismo, 11 de cada 20 empleos provienen de allí. Y con todo, el Estado asignó para el ministerio de Cultura en el 2016 el 0,2% del presupuesto, que comparado con el 18,6% del Ministerio de Defensa resulta lamentable. Por citar un ejemplo, en España será del 7,6%. La cultura no es sólo un símbolo, es una industria, a pesar de que su desarrollo y sus cualidades participen de mecanismos de producción diferentes a los de industrias de productos o servicios más tradicionales. Mientras en México el patrimonio está en el centro de su nacionalismo, en Colombia se ha menospreciado un sector que bien manejado y con una visión a futuro, puede dar más frutos de lo que hasta el momento ha recibido. En la agenda mundial del turismo debería aparecer Salento, Barichara, el patrimonio artístico de Tunja, las tamboras del Palenque San Basilio, la semana santa de Mompox, el mundial de coleo de Villavicencio o el festival de performance de Cali. Hace muy pocos años se descubrió que posiblemente la pintura más antigua realizada por el hombre se encuentre en Chiribiquete, en la selva colombiana. Bien manejado, resulta menos destructivo explotar el turismo cultural que cavar para extraer recursos minerales. Un empresario astuto sabrá que la cultura no es para nada la hermana fea del cuento de hadas. Esperemos que en este caso, a esta cenicienta le logren dar una oportunidad.
Saber y poder en Jota Vives
Por: José Manuel Herrera Brito- Santa Marta Importa mucho estudiar a los hombres y su obra, sobre todo cuando aspiran a conducir a los pueblos. No tengo nada contra nadie, que eso quede claro, pero como comunicador con varios lustros de ejercicio y observador que soy de la política de mi país, departamento y sus municipios, estar en una orilla ideológica distinta a la del candidato a referirme en este escrito, considero que me reviste de cierta autoridad para manifestarme respecto del porqué es Jota Vives, el Gobernador que en los actuales momentos requerimos los magdalenenses. Además de lo que de él conocemos: abogado, socio-economista, especializado en derecho administrativo, laboral y constitucional, magister en derecho electoral, secretario municipal, asesor y consultor ministerial, concejal, diputado, representante a la cámara, director del partido liberal colombiano, magistrado del Consejo Nacional Electoral, tiene como principal y primordial tarea en el Palacio Tayrona, poner el poder al servicio de los más altos intereses del departamento y sus gentes, contexto en el que bien y mejor puede entrar a servirse de técnicos y políticos, de sagacidad y sensibilidad, de sabios y eruditos. Es Jota, una de las más altas cifras en el Magdalena de hoy. Conoce bien la cosa pública y administrativa. Es ante todo un grande conocedor del departamento y de su pueblo. Sabe distinguir a la persona útil y valiosa para el servicio de las más elevadas utilidades del departamento, producto de ese saber académico y de ese saber práctico, igualmente único, que se gana con las vivencias. Adquirió el saber político en la tradición familiar y en el ejercicio cotidiano y repetido de dicho quehacer. En el duro y nada fácil camino de la obtención del favor popular, lleno de envidias, zancadillas, peligros y talanqueras. Es el de Jota un liderazgo ganado en la soledad de las bibliotecas, en el palenque de la cátedra, en el trabajo político, en el compromiso con sus conciudadanos, en su labor en el congreso, en la magistratura y en la alegría de las plazas públicas. Ha estado siempre como demostrado está, al servicio de su ciudad, el departamento y la nación entera. Trasciende la parroquia y se alza con altura, suficiencia y entidad en las más altas esferas nacionales. Prima en él velar con sindéresis por los intereses generales sacrificando incluso los suyos propios. Le importa la obtención de los buenos y mejores resultados en beneficio del departamento que tanto los necesita. Es sin duda una opción política de respeto, dada su preparación, estudio y capacidad. No es posible que los magdalenenses hagan caso omiso de la trayectoria, experiencia, horizontes, proyección y sapiencia administrativa pública de Jota Vives, hoy por hoy el político mejor dispuesto y preparado para conducir el departamento del Magdalena de vuelta a la paz y la prosperidad. Su propuesta, de lejos la mejor, convence, por lo que debe ganar desde la coherencia y la proyección. No está soportado su ser y hacer político en prebendas, sino en el conocimiento y la sensibilidad que un gran político adquiere al saber escuchar e interpretar las demandas de su gente, en el entendido que es con ese saber que se debe triunfar y gobernar con éxito, eficaz y eficientemente un departamento. Ese es el saber y el poder que a Jota Vives, le basta y le sobra para orientar con lujo de competencia los destinos del departamento.
Mejoramiento cultural electrónico
Si bien es cierto que el desarrollo tecnológico, especialmente en materia de celulares o de móviles, ha sido una gran contribución para la rápida conexión humana en todo el mundo, también lo es que su empleo inadecuado ha distorsionado la tradicional sociabilidad de la humanidad, basada en lazos personales y sociales para transformarlos en relaciones distantes en lo personal pero más contactadas electrónicamente; y, en algunos eventos, dichos contactos permanentes, lamentablemente se han tornado adictivos. Por esta razón, es el momento en que la sociedad deba comenzar a autoregularse en el empleo adecuado, tomando estos avances como herramientas de un mejoramiento cultural electrónico. Puesto que sin dudas el desarrollo tecnológico en materia electrónica ha contribuido al desarrollo cultural. Porque no solo ha permitido la posibilidad de exteriorizar y tener acceso a la identidad de los individuos en las redes sociales, sino que también ha generado en este mundo virtual, una mayor preocupación poblacional por el contacto personal y por contenido social de la publicación, como son las informaciones, el entretenimiento, las relaciones educativas, comerciales y financieras, etc. Sin embargo, muchos de estos beneficios aún se encuentran en proceso de desarrollo, dentro de los cuales destacamos los siguientes: La práctica de compartir, contenida en comunicados (como informaciones, fotos, videos, etc.), comienza a tomarse como antecedente para realizar actividades solidarias, como las de apoyos, ayudas y colaboraciones urgentes, etc.; las actividades filantrópicas, como las de prestación de asistencias gratuitas a necesitados; las actividades humanitarias, como las de prestar ayudas en caso de catástrofes, accidentes y enfermedades, tales como el suministro de ambulancias, medicamentos, etc.; las actividades sociales, como la de prevenir a las personas sobre amenazas, actividades, fraudes, etc.; las de protección personal, como las de dar alerta a la población sobre actos de maltrato, violencia, acoso, etc.; las de concurrir a las acciones y responsabilidades colectivas de defensa de los sentimientos nacionalistas o regionales; etc. De la misma manera, también se encuentra en proceso el aprovechamiento electrónico, no solo en la preparación de la información y elementos básicos de escenarios e investigaciones, sino también en el diseño del aprovechamiento útil de las fuentes de información y conocimiento de la red, así como de la programación y técnica para facilitar e incrementar el aprovechamiento del estudio y su análisis crítico. De igual manera, su utilidad también podrá desarrollarse para obtener capacitación profesional u ocupacional que le permita competencia tanto para el teletrabajo (trabajo a distancia o desde su casa) como para el ejercicio independiente y remunerado de sus actividades, así como para la formación mental distinta a la burocrática, tales como la analítica, la empresarial, la competitiva, la organizativa de objetos y personas, la operativa de proyectos, la creativa de pensamientos y expresiones artísticas, y, en general, la de liderazgo comunicativo.