El trato discriminatorio que aflorara en la reciente campaña electoral de los E.E.U.U, también se exteriorizó con el rechazo a una supuesta ideología de género que orientaba el acuerdo inicial de fin del conflicto entre el Gobierno y la FARC, ya aclarada en sentido negativo.
Sin embargo, tan solo estos dos aspectos ponen en evidencia, que en muchas partes del mundo, como en el nuestro, todavía existen muchas discriminaciones y exclusiones reprochables, aunque en menor grado, dentro de las cuales sobresalen las relativas al origen (como acontece con la población latina) a la raza (v.gr. como sucede con la raza negra), al sexo, (v.gr. tal como ocurre con las mujeres y los homosexuales, etc.) o la religión (v.gr.como se presenta en los Estados confesionales), a la nacionalidad (v.gr. como acontece con los extranjeros) y a las condiciones personales (v.gr. como sucede con los discapacitados), sociales (v.gr. como ocurre con los campesinos) y económicas (v.gr. como ocurre con los pobres, etc.).
Sin embargo, en estos países de desarrollo, en la actualidad también sobresalen las discriminaciones directamente negativas o excluyentes, esto es, que niegan o limitan beneficios, tales como las relativas a las minorías étnicas e indígenas, así como las discriminaciones positivas, esto es, aquellas, que otorgan beneficios especiales con exclusión de otro, tal como ocurre con las preferencias personales y tráfico de influencias que suelen presentarse en los accesos laborales, la prestación de servicios administrativos, el uso de espacios públicos, la celebración de contratos, la posibilidad de mayores ingresos, el reconocimiento de la viveza, etc.
De allí que, más bien, sea imperativo superar las ideologías y comportamientos discriminatorios, con las inclusiones sociales pertinentes, acompañadas, eso sí del trato y apoyo igualitario que contribuya al progreso.