*Marta Sáenz Correa.
La vanidad es una manifestación de la soberbia, la arrogancia o engreimiento; se define como el orgullo y la valoración excesiva de los méritos y habilidades. La persona vanidosa se siente superior al otro, se muestra como mejor que el resto de sus pares, y no duda en destacar su supuesta capacidad cada vez que puede, menospreciando al resto de la gente, encubriendo un sentimiento de inferioridad y el deseo de ser aceptado por el otro. Los vanidosos son personas que se vanaglorian de lo que hacen, de lo que son, de la imagen que dan; manifiestan con frecuencia engreimiento, petulancia, y pedantería. Al hacer gala de sus virtudes, el vanidoso intenta demostrar que no es menos que nadie, esperando el aplauso y la admiración de quienes le rodean.
La vanidad representa la cualidad de vano, es decir algo vacío, hueco, falto de realidad, sustancia o solidez, un adjetivo siempre vinculado a lo insustancial, a la presunción y el envanecimiento, siendo una creencia excesiva en las habilidades propias o en la atracción causada hacia los demás.
Sigmund Freud afirmó que la vanidad puede llegar a convertirse en una afección grave cuando produce un desorden en la personalidad. La persona que sobreestima sus cualidades y solo busca la admiración, tiene una conducta egoísta con respecto a sus allegados lo que le genera problemas personales y laborales en sus relaciones interpersonales. Se cree que esta conducta trata solo del deseo de verse bien o de ser el centro de atención, pero va un poco más allá; la gente no disfruta de su presencia y no suelen ser personas queridas a nivel social o familiar.
Las personas vanidosas sienten un amor desproporcionado hacia ellos mismos y viven en un mundo de fantasías desmedidas de éxito, poder y belleza. Esto les hace ser pretenciosos y admirarse y valorarse de manera excesiva. La falta de modestia y humildad hacen que las personas se crean en lo cierto por el simple hecho de ser quienes son. Están pendientes de su imagen pública, pero sin demostrarlo, y necesitan saber constantemente que opinión tienen los demás sobre ellos. Buscan destacar y ser el centro de atención. Añaden teatralidad a todo lo que hacen, incluso cuando se presentan a desconocidos. Se enfadan por nimiedades. Sin embargo, sus aires de grandiosidad esconden una fuerte desconfianza e inseguridad. Por lo cual, la vanidad es un defecto que debe tratar de superarse para poder tener una vida plena y feliz.