Marta Sáenz Correa.
En la vida nos vamos encontrando con situaciones que no se desarrollan como deseamos, que nos generan estrés y alteran nuestra paz, y la solución para que nuestro bienestar emocional no se desequilibre es la aceptación.
No siempre todo puede ser de nuestro agrado, ni todas las personas que nos rodean pueden ser iguales que nosotros, por ello, la aceptación va ser tu mejor aliada para llevar una vida más tranquila y sosegada. La aceptación es un acto mental de madurez y de tolerancia a la frustración. Asumir la realidad, aceptar lo que está pasando, centrarse en el presente, son actos que nos sitúan en la posibilidad de actuar, de solventar lo que quiera que suceda o simplemente de vivir lo que sí está ocurriendo. Si nos negamos a aceptar la realidad tal y como es, aparece el autoengaño, la depresión y la frustración.
La palabra aceptar, se podría asociar con connotaciones negativas; la confundimos con dejadez, con no salir de la zona de confort y con falta de esfuerzo. Pero nos referimos al concepto de aceptación con la connotación bienestar; esforzándonos en aquello que elegimos y depende de nosotros, y aceptando las cosas que no están en nuestro alcance. La resistencia es el mecanismo que se encarga de que nos opongamos a la realidad y va acompañado de sentimientos como la rabia, ira, rechazo o la indignación, es decir, todo un arsenal emocional destructivo que nos priva de la calma y la tranquilidad, desequilibrando nuestro entendimiento la mayoría de veces.
Es fácil confundir aceptación con resignación, cuando en realidad nada tiene que ver lo uno con lo otro. La aceptación es un acto mental, una forma de pensar nos recuerda que podemos aprender a fluir con la vida y reconocer lo que hay en el presente. Tampoco significa renunciar a cambiar las cosas. Al estrenarnos en el aceptar, estamos diciendo sí a una vida que no está anclada en el miedo, al resentimiento o la ira y podemos vivir con mayor serenidad. Se trata de aceptar y reconocer el valor de lo que configura nuestro entorno, dejar de resistirse y luchar, y amar nuestras circunstancias para mejorar desde ese punto de partida.
Quizás no sea nuevo el hecho de que la aceptación es condición sine quo non para encontrar cierta paz ante aquellas circunstancias de la vida que no podemos controlar, que son la mayoría.