*Marta Saenz Correa
Todos cometemos errores a lo largo de nuestra vida, generalmente sentimos enojo, frustración, y miedo, pero no todos los enfrentamos de la misma manera. Desde luego que a nadie le gusta equivocarse, pero cuando ocurre hay que aprender de los errores y darse cuenta de que forman parte esencial de nuestra superación personal.
El instinto natural trata de justificar nuestras acciones, y cuando se cometen errores los justificamos por el bien de nuestro ego. Sin embargo, en ocasiones es mejor asumir que has sido tu quien ha cometido el error. En cada una de las decisiones que tomamos en nuestra vida diaria, desde la más simple a la más compleja, corremos el riesgo de equivocarnos, pero no aceptar los errores, achacárselos a otros, empeñarnos en alcanzar la perfección, o ignorarlos, son actitudes que pueden convertirse en verdaderos obstáculos para tu crecimiento personal y profesional.
Algunas personas deciden aprovechar la experiencia de equivocarse para reflexionar, aprender y salir adelante, en lugar de quejarse. Cuando repensamos las consecuencias de una acción que acabamos de realizar, es cuando podemos reconocer el error que cometimos. Desarrollar la capacidad de reconocer y aceptar nuestras equivocaciones amplia nuestra visión de la realidad, nos impulsa a asumir nuestra responsabilidad y nos enseña, además, a reconocer las personas afectadas por nuestras equivocaciones.
Muchas personas consideran que reconocer un error es señal de debilidad y que representa la posibilidad de perder el respeto de sus seres queridos. Pero no es así, admitir que nos equivocamos nos merece el aprecio y la estima de ellos especialmente si nos ven hacer el esfuerzo para superar los errores y no repetirlos. Asumir nuestros errores nos permite crecer y madurar internamente. Además, todas las equivocaciones son una oportunidad para aprender algo nuevo acerca de nosotros mismos, de los demás y de la vida.
A nadie le gusta equivocarse, no nos gusta para nada. Pero la vida está llena de intentos para conseguir lo que queremos, y ese intentar trae implícito equivocaciones. Si las reconocemos, el aprendizaje obtenido es un pasaporte a la superación de las mismas; si en cambio, las ignoramos, no hacemos más que dilatar el tiempo de tener que enfrentarnos, tarde o temprano nuevamente con la misma situación. Por eso, cuando afirmamos que errar es de humanos, lo que debemos aprender es que persistir o no en el error, ya depende de cada uno de nosotros. En realidad, saber que tenemos derecho a equivocarnos y estar dispuestos a aprender de ellos, nos da la libertad de ser auténticos, de tomar decisiones más acertadas y nos concede el permiso para atrevernos a realizar actividades nuevas con más seguridad y confianza.
Pensamos con frecuencia que los errores son un fracaso. Pero en realidad, son una herramienta valiosa que nos permite aprender, crecer, hacer cambios y superar limitaciones.