A qué le apuesta el país en ciencia, tecnología e innovazción?: -Al Desarrollo?-
Por: Arleys Cuesta Simanca. Si tenemos en cuenta los compromisos legales pendientes y el contenido del plan de desarrollo 2014-2018, tenemos que concluir que hasta ahora no se le ha dado la suficiente importancia a la ciencia, la tecnología y la innovación como herramientas del desarrollo. En efecto: Frente a ello aun vemos acciones pendientes: El Consejo Nacional de Bioética creado por la ley 1374 de 2010 aún no ha entrado en funcionamiento por falta de la expedición de un Decreto Reglamentario; El sistema específico de carrera administrativa del personal científico y tecnológico de las entidades públicas que conforman el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología no se ha dictado a pesar de lo dicho por el artículo 4 de la Ley 909 de 2004 y los investigadores que tienen la condición de servidores públicos se ven limitados para percibir ingresos que provengan del tesoro público en razón de sus investigaciones e invenciones; En materia de propiedad intelectual en proyectos financiados con recursos públicos, en vez de mantenerse en cabeza del Estado, estos se deben ceder a título gratuito a quien adelante o ejecute el proyecto salvo lo relacionado con seguridad y defensa nacional, invirtiendo así el principio que lo del Estado es de todos y, más aún, dando lugar a la apropiación privada de conocimiento financiado con recursos públicos en materias que deben tratarse como bienes colectivos, como lo son la salud, la educación o la soberanía alimentaria, por ejemplo. El régimen de contratación de actividades científicas y tecnológicas aun presenta claroscuros entre el derecho privado y el derecho público que ha generado más confusión sobre cómo contratar, ejecutar y desarrollar estas actividades. Las investigaciones financiadas con recursos públicos no se encuentran disponibles en repositorios de consulta pública ni cumplen con los principios de la gestión de la información científica en abierto. La carta de navegación del país para los próximos cuatro años debería contener los elementos básicos de lo que será el rumbo de la ciencia y la tecnología en el país; sin embargo el articulado del proyecto de ley del Plan Nacional de Desarrollo se limita a disposiciones meramente instrumentales como lo son la articulación de proyectos entre Colciencias, MINTIC, DNP y los Departamentos; o la integración del sistema de competitividad con el sistema de ciencia, tecnología e innovación; articulación y coordinación tales que hoy en día ya resultan posibles habida cuenta de los principios de coordinación y colaboración armónica de los órganos de la administración pública. Ni siquiera las recomendaciones de la OCDE en materia de ciencia y tecnología encuentran respaldo en el articulado del proyecto a pesar de que en el artículo 1º del proyecto de ley del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 se menciona que el mismo guarda armonía con los estándares de dicha Organización. Nos preguntamos así: ¿Cuáles son las apuestas del país en ciencia, tecnología e innovación para los próximos cuatro años?
Promesas y frustraciones, pan de cada día
Horacio Serpa Siempre nos hemos alimentado de promesas y frustraciones. Relámpagos que iluminan el firmamento de lo social seguidos de largos períodos de oscuridad. En el siglo 19 y bien entrado el siglo 20 gran parte de la población se alimentaba de esperanzas celestiales que la mantenía en la penuria convencida de que los años de necesidades serían recompensados con siglos de bienaventuranza. Los laicos pusieron el pecho al fuego oficial porque creyeron que la tierra era para los que la trabajaban. A López Pumarejo y a Lleras Restrepo les enmuchilaron sus reformas al agro y el SETTT de López Michelsen (salud, educación, tierra, techo y trabajo) nunca operó en un sistema de manguala como el Frente Nacional. En el actual sistema, con el actual modelo económico, con los partidos políticos dedicados solamente a la lucha electoral, no hay espacios para los cambios. La disputa es por la Presidencia de la República, las gobernaciones, Alcaldías y las mayorías en el Congreso Nacional, sin propósitos gubernamentales ni legislativos de fondo, para las transformaciones. De la política se apoderaron los titulares, los enunciados, las reformitas sobre lo mismo, sin compromiso con un pueblo marginado y apático que se contenta con decir en las encuestas que es feliz, aplaudir los reinados de belleza, festejar en las ferias de pueblo y esperar las elecciones para ver quien ofrece más por el voto. Claro, todos tenemos celular y televisión, en señal de progreso y equidad. A los que hacen malabares en los semáforos se les considera empleados con ingreso y seguridad social. La vida pasa apacible. No importa que los niños no tengan pre-escolar ni que los jovencitos de noveno grado tengan que retirarse de las escuelas para dedicarse a luchar por la vida en la dulce edad de los catorce años. Tampoco interesa que en las cifras aparezcamos como uno de los países más desiguales del mundo. Nos acostumbramos al status quo y el pueblo irredento que llamaba Gaitán, como en la parábola del rico Epulón, vive pendiente de las migajas que caen de la mesa en la que se sirven los banquetes de los opulentos. No todo está perdido. Con la paz deben venir cambios ciertos en la estructura institucional, en las costumbres nacionales y en los manejos económicos. Si no es así, seguiremos entre frustraciones y desgracias, y la violencia volverá a empotrarse en la vida de los colombianos. El momento es para las reformas. Tenemos que ser capaces de señalarlas, lucharlas e imponerlas. Se requiere un cambio esencial en el contenido de nuestra débil democracia. Hay que lograr consciencia sobre lo que valen los Derechos Humanos, para que su respeto amplio y efectivo sea un compromiso nacional. Y hay que encontrar la forma de que nuestro sistema económico incluya, no acumule, y reparta con equidad. Todos debemos tener derecho a la riqueza nacional. Si ello no ocurre, no llegará la paz. Pero la oportunidad está cerca y tenemos que lograrla.
CANDIDATOS: ¿DÓNDE ESTÁN LAS SOLUCIONES A LOS PROBLEMAS?
Javier Porto-Mesa de Fritos-Cartagena Realmente Cartagena ha tenido malos gobernantes. Los culpables no solo son estos, sino también quienes han traficado en elecciones y quienes se han dejado comprar el voto. Hoy para llegar a la alcaldía, es decir, para tomar asiento en la silla de la aduana, cuesta casi $20.000 millones de pesos. Eso dicen los entendidos en la bolsa de valores electorales, los llamados “puya ojos”, que, por lo demás, son personajes siniestros de la política del Corralito de Piedra, como lo diría el poeta Daniel Lemaitre. En estos momentos hombres y mujeres se perfilan como candidatos para reemplazar al actual alcalde. Hoy llegan las precandidaturas a casi 20 aspirantes de todos los rangos tanto económicos como sociales. Pero ninguno hace propuestas sobre los problemas actuales de la ciudad, como son Transcaribe, La Loma de Marbella, las subidas de marea, tanto en Bocagrande, como en el Centro y en Manga, los cortes de energía de Electricaribe, la movilidad, la prostitución infantil y tantos, otros más problemas del diario vivir de los ciudadanos cartageneros. Pero lastimosamente ninguno de los precandidatos hace alguna oferta, ni plantea solución alguna para esta problemática. Lo que sí están pendiente es como se amarran los votos por sectores de las tres localidades y los corregimientos del Distrito de Cartagena. Además, en la prensa nacional somos ejemplo de cómo se dilapidan los impuestos que con mucho sacrificio se pagan, sin que existan cero responsabilidades de los mal llamados dirigentes. Ni que decir de la seguridad ciudadana, donde el fleteo y el raponeo, son pan de cada día, con la belleza de los mototaxistas haciendo de la suya, puesto que hasta las cebras peatonales se la pasan por la faja. El reto que tiene un buen aspirante es conocer la ciudad con buen equipo y sus posibles soluciones amparado en una hoja de vida limpia. Porque es la única manera que salgamos de este letargo de corrupción que es aterrador en todos los rincones de esta histórica ciudad. Y para ocultarlo le rendimos honores a un almirante ingles sin saber que había hecho realmente en Cartagena de Indias, para luego pedir perdón, puesto que ni siquiera la academia de historia se pronuncio oportunamente. Hasta donde hemos llegado. Por estas razones, los cartageneros tenemos que hacer fila y usar una buena lupa para no equivocarnos para escoger al hombre o la mujer que nos rija los próximos cuatro años. Pareciese que estuviéramos abocados a un maleficio de la edad media, ahora de la corrupción. Por ello, es necesario liberarse de esas cadenas de esclavitud. Seamos más libertarios en estos momentos, pues estamos en el proceso de Paz más importante, el cual es visto con gran simpatía en todos los continentes. Todos esperamos que las cosas salgan bien y que seamos gobernados con excelencia, honestidad y responsabilidad. Lo mismo pasará en las demás ciudades?
COLCIENCIAS: I) UN DOLOR DE CABEZA
Por: Kristian Orlando Ríos C. Se ha vuelto costumbre que periódicamente Colciencias figure en columnas y editoriales de prensa como fuente de frustración para sus usuarios. Esta vez, no paran de granear las denuncias de un buen grupo de colombianos con título de doctorado radicados en el exterior, y que han querido regresar al país a través de la convocatoria “Es Tiempo de Volver”. En las últimas semanas se han destacado serias fallas de planeación, improvisación protuberante, condiciones contractuales leoninas y confusas, demoras, poca o nula comunicación hacia los beneficiarios del programa, así como el no cumplimiento de apartes clave de unos términos de referencia bastante atractivos por las muchas promesas que contenían[1] [2]. Más preocupante resulta el trato poco considerado que algunos de estos investigadores recibieron por parte de la entidad, cuando se les reprochara su supuesta descontextualización deliberada de la realidad colombiana, con aquello de que “ustedes viven en Disneylandia”[3], [4]. Si bien en los medios se encuentran reportes de vinculaciones exitosas – que destacan la buena gestión de algunas entidades receptoras de los investigadores – persiste un ambiente de incertidumbre [5]. Más allá de las circunstancias que rodean esta convocatoria en particular, llama la atención la frecuencia con la que Colciencias figura como un dolor de cabeza de muchos. “Es Tiempo de Volver” es un botón de muestra en una larga lista de situaciones en las que Colciencias no ha logrado dar respuesta a las expectativas de la academia, la comunidad científica y, en general, del país que espera contar con una base productiva verdaderamente innovadora y competitiva. No son ninguna novedad las demoras en la conformación de los llamados “bancos de elegibles”, así como en la contratación y ejecución de los escasos recursos de que dispone la entidad (recordando que Colciencias NO dispone de los, hasta hace poco muy sonados, recursos de regalías). El problema no es cosa de hoy. En otros tiempos, el motivo de las quejas han sido las permanentes fallas de los formularios de proyectos, y las tradicionales caídas de plataforma en vísperas del cierre de cada convocatoria. Pese a buenas intenciones de cambio, aún se está muy lejos de lograr una entidad que cuente con las herramientas y la infraestructura que la institución necesita para dar respuesta a su misión y sus roles de ley. Continuará: Colciencias: II. LA APARIENCIA DE LOS ANUNCIOS. [1] http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/ciencia/analisis-cei-uniandes-claramente-aun-no-es-tiempo-de-volver/15223495 [2] http://www.elespectador.com/noticias/educacion/colciencias-improviso-tiempo-de-volver-articulo-545629 [3] http://www.las2orillas.co/volvi-colombia-creyendole-colciencias/ [4] http://www.elespectador.com/opinion/volver-columna-540933 [5] http://www.semana.com/educacion/articulo/volver-al-pais-con-becas-de-colfuturo/417433-3
Credibilidad judicial. Rescate verdadero?
En la última década la Rama Judicial se ha visto envuelta injustamente por hechos bochornosos de ciertos miembros que han escandalizado a la opinión pública. Porque ciertamente tales hechos son comportamientos reprochables a sus responsables y no a la institución misma, tal como ha acontecido con el crucero turístico de la expresidente de la Corte Suprema, la implantación de la prueba giratoria de los expresidentes de la misma Corte y del Consejo Superior (afortunadamente cerrada por el Consejo de Estado), la utilización de vehículos del Estado por el hijo de un expresidente la misma Corporación, y la dilación judicial y electoral correspondiente al Consejo de Estado. Sin embargo, el reciente escándalo del supuesto tráfico, favorecimiento y soborno al expresidente de la Corte Constitucional Dr. Jorge Pretel, ha sido el de mayor impacto en la opinión pública, porque ha sido de tal magnitud, que, al margen de la Carta Política, no solo ha provocado la petición de renuncia al magistrado por parte del Gobierno, los demás miembros de la Corporación y algunos miembros del Congreso, sino que también ha indignado a la misma sociedad. Más aún, dicho fenómeno ha dado lugar al bienvenido anuncio presidencial de una reforma que facilite la separación de estos funcionarios en casos como los mencionados, ojalá sin perturbación política o desestabilizadora del recto y pacífico ejercicio de la función judicial. Pero como quiera que estos escándalos no solo afectan la imagen, sino también la credibilidad de la justicia y la democracia que sustenta, resulta extraño que el sector político, la opinión nacional y la de los medios de comunicación social, solamente se limiten a restaurar la imagen, y no hayan puesto en evidencia las causas que probablemente hayan propiciado dicho deterioro de la credibilidad judicial, de las cuales se destacan las deficiencias en el servicio y el sistema de selección y permanencia del recurso humano, así como la significativa politización de la justicia. En efecto, la mayor degradación de la credibilidad de la administración de justicia ha descansado en la total desprotección del usuario, razón por la cual este último ha perdido gran parte de la credibilidad institucional, no solo por la falta de acceso, por la desconfianza o inoperancia, sino también por la falta o por la morosidad en la adopción y ejecución de las decisiones oportunas, que resuelvan definitivamente el asunto sometido a su consideración. Por ello, la mayor parte de la sociedad se pregunta: ¿Habrá compromiso del Estado para que haya justicia para todos, o solo para unos? De igual manera, la opinión pública, la academia y el sector profesional observa que la forma de cómo se han venido integrando las listas para la elección de Magistrados de Altas Cortes no solo han alejado a reconocidos juristas de las distingas regiones, sino que también han propiciado un sistema semicerrado de miembros de la Rama Judicial con intereses burocráticos y salariales, mas no institucionales. Y lo mismo puede decirse del régimen de carrera judicial, que si bien ha cumplido cabalmente su función en la selección del personal idóneo para administrar justicia, también lo es que ha dejado de cumplir su misión, de permitir el acceso a nuevas generaciones, de hacer una evaluación por eficiencia y calidad y de garantizar la promoción y ascensos periódicos, teniendo en cuenta la pronta y cumplida justicia a lo que están obligados. Además, la inmovilidad de la carrera judicial se ha convertido en la vitalicidad de los funcionarios judiciales, con poco o ningún progreso personal y funcional. De allí que también surja este interrogante: ¿habrá compromiso del Estado para hacer digna a la Rama Judicial no solo en cuanto a sus miembros sino también en cuanto al servicio efectivo que debe prestar a la sociedad? Así mismo, si bien en el proceso de reforma se ha reconocido el carácter perturbador de la intervención de las Altas Cortes y de los Tribunales en la integración de las ternas de procurador y contralores nacional, regionales y locales; en cambio se ha guardado silencio sobre la forma desacertada como ha venido interviniendo la clase política en la conformación de las Altas Cortes, especialmente en la Sala Jurisdiccional Disciplinaria y en la elección de los Magistrados de la Corte Constitucional, candidatizados por el Presiente de la República, y en el proyectado “Tribunal del Aforado”. Porque en estas participaciones también ha existido un criterio dominantemente político no solo en su selección y elección, sino también en el ejercicio de ciertas funciones judiciales, que, por esencia, debe ser imparcial y ajena a conveniencias políticas. Por eso, es justificable la siguiente preocupación de la sociedad: ¿Habrá compromiso del Estado de subordinar la justicia a los intereses políticos o de mantenerla para la defensa de todos los intereses sociales, especialmente los más vulnerables? Luego, la opinión pública ordenará si el rescate prometido es verdadero o nó.
A qué le apuesta el país en ciencia, Tecnología e innovación?: A la Dignidad Humana.
¿A QUÉ LE APUESTA EL PAÍS EN CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN?: A LA DIGNIDAD HUMANA Por: Arelys Cuesta Simanca La Ciencia y la Tecnología no son fines en sí mismos. Son actividades que se justifican en razón de la utilidad que puedan prestar para resolver problemas e introducir mejoras que conduzcan a la Humanidad hacia los objetivos y sueños que han inspirado la búsqueda de un mundo mejor: La convivencia pacífica, la unión, la equidad, la solidaridad, la superación de la pobreza, la prosperidad, la dignidad humana. De ahí que los esfuerzos del Estado en materia de fomento y desarrollo de las actividades científicas y tecnológicas deben ser orientados hacia la consecución de sus fines, lo cual no niega que se creen condiciones en las cuales los particulares, en ejercicio de la libre búsqueda del conocimiento y de la libre iniciativa particular, destinen recursos y ejerzan tales actividades con fines distintos –no contrarios- a los del Estado. En un medio de recursos escasos, como lo son los recursos públicos del sector central para el desarrollo de actividades científicas y tecnológicas (un poco más de 430 mil millones de pesos por año, incluyendo gastos de funcionamiento), siendo incierto que desde el sector privado se destinen para ciencia y tecnología los tres billones doscientos mil millones de pesos previstos en el Plan de Inversiones contemplado en el proyecto de ley sobre el Plan Nacional de Desarrollo (P.L. No. 200 de 2015 Cámara), y siendo más inciertas aun las estimaciones de los recursos de ciencia y tecnología en el Sistema Nacional de Regalías; resulta imperioso priorizar los planes y programas que deben ser financiados en función del cumplimiento de las metas del plan de desarrollo y de los Proyectos Estratégicos de Interés Nacional. Los programas presidenciales de vivienda, agua e infraestructura y los proyectos estratégicos de interés nacional en materia de minería, energía e hidrocarburos, deberían tener respaldo, acompañamiento, soporte, fomento y desarrollo específicos y directos desde la institucionalidad del sector de ciencia, tecnología e innovación. En materia de vivienda podría importarse tecnología referente a nuevos materiales, diseños y técnicas de construcción que reducirían los costos y el tiempo de construcción. Al respecto resultan muy útiles los estudios e investigaciones reseñados en el artículo “Materiales, tecnologías y prototipos de viviendas de muy bajo coste” de Julián Salas Serrano y Pablo Díaz-Romeral”. Hoy en día se construyen casas y edificios enteros en menos de un día con impresoras 3D. En materia de agua, la importación y masificación de la tecnología de purificación de agua Slingshot o la aplicación a escala del LIFESAVER BOTTLE y los desarrollos paralelos de este tipo de tecnologías deberían estar en la agenda institucional del país sobre fomento a la investigación. A pesar de que la Ley 1715 de 2014 abrió una gran posibilidad al regular la integración de las energías renovables no convencionales al sistema energético nacional, adoptando, incluso, disposiciones sobre fomento a la investigación sobre fuentes no convencionales de energía, ello quedó condicionado “al marco de referencia que constituyan los sucesivos planes nacionales de desarrollo” (Art. 42), y lo cierto es que el proyecto de ley del Plan Nacional de Desarrollo guarda silencio en su articulado sobre el fomento de este tipo de investigación. Continuará….II. A LA PAZ
¿De qué sirve ser malpensado?
*Marta Sáenz C Me llamo mucho la atención la expresión del exalcalde Antanas Mockus, en entrevista concedida a la Revista Semana, con ocasión del debate nacional relacionado con el contrato suscrito entre Corpovisionarios y el gobierno: » El mal pensamiento es el problema más grave del país». Existen personas que malpiensan de buena fe y uno debería tomarse eso con tranquilidad, pero cuando insisten con cizaña, uno empieza a sentirse mal, precisó. Lo anterior, me motivó a indagar sobre el malpensamieto, tema de esta columna. Mientras el criticón se fija en lo bien que le va a alguien de su entorno y desarrolla envidia, el Malpensado critica las supuestas equivocadas actuaciones del otro sin darse cuenta que lo único que hace es reflejar en esa persona su estado emocional. También se aplica a la persona que tienden a ver mala intención en la actitud de los demás. El malpensado piensa que está haciendo crítica y lo único que hace es reflejar en la persona su mal vivir, incapacidad, y temores, y como se siente mal, escribe o expresa lo peor que puede en represalia del supuesto causante, sin darse cuenta que él es el causante de su sentir. Uno de los pilares sobre los cuales muchas personas construyen su vida consiste en pensar mal para acertar, es decir creer que las demás personas jamás tienen buenas intenciones y nunca actúan de forma desinteresada. ¿Qué hay detrás de las personas malpensadas? Se sienten incomprendidas, y esto les genera recelo y desconfianza; suelen estar alerta de todo lo que los otros dicen o hacen, interpretando en ocasiones que alguien trama alguna cosa contra ellos. Usualmente terminan siendo sospechas infundadas, inseguridades, o juicios incorrectos. En otras ocasiones, estas personalidades pueden mostrar ciertas reservas o están a la defensiva y raras veces parecen estar relajados junto a otras personas. En lo cotidiano resulta complicado convivir con este tipo de personas. A manera de ejemplo, si le haces un regalo creen que escondes algo, has hecho algo malo, o quieres algo a cambio, y así será siempre con cualquier cosa que digas o hagas. La mejor opción es tomar distancia de estas personas de nuestra vida, sean quien sean, familiares, amigos, o pareja. Sabemos que no es la opción más fácil, pero es la que mejor salud mental te dará en el futuro. Personas malpensadas siempre ha habido y siempre las habrá, y todos estamos expuestos al peligro de ser malpensados y ver malas intenciones y sentimientos donde no los hay. Los mal pensantes de nuestro alrededor no podemos expulsarlos de nuestra vida tan fácilmente, porque a menudo forman parte inevitable de ella, pero no debemos dejarnos influenciar o torturar por sus proyecciones, comentarios, y pensamientos, es mucho mejor aprender a hacerles frente, a ser un poco más impermeables respecto a ellos y mantener una sana y saludable distancia . Para ser una persona sana y positiva; y no malpensada, no es necesario ver la vida de color de rosa. Basta con que afrontemos la vida de frente, centrándonos en las soluciones a los problemas, más que en los aspectos alarmantes o dificultosos. Si afrontas los problemas de forma resolutiva, experimentaras una sensación de bienestar.
Muerte y miseria, dos desgracias parecidas
Horacio Serpa Todavía nos dolemos de los crueles asesinatos de los niños en el Departamento de Caquetá. Fue un crimen miserable, absurdo, que clama castigo. Con que la justicia actué diligente y rigurosamente aplique las leyes existentes, se podrá castigar a todas y todos los responsables. ¿Nos vamos a quedar ahí? Se dictarán sentencias de treinta y cuarenta años de cárcel y muchos dirán, “por fin actuaron las autoridades y podemos estar tranquilos”. Ese modo de ser es clara muestra de la indolencia, de la insensatez y del facilismo en que estamos atrapados. Pensemos en los asesinos, en los responsables intelectuales y materiales. Hay que hacerlo para reflexionar sobre las razones por las cuales unas personas como nosotros, de la misma patria como nosotros, pueden llegar a extremos tan macabros, tan perniciosos como los que recientemente nos horrorizaron. Es que no fue un caso aislado. Tenemos miles y miles de eventos semejantes a lo largo de muchos años. Hace setenta años mataban a liberales y conservadores con “el corte de franela” o “el corte de corbata”. Recientemente era con motosierra y los depredadores se tomaban la sangre en sus víctimas que recogían en sus propios cráneos. Hace poco tuvimos hornos crematorios como Hitler. Los padres matan a sus hijos en el desespero de la miseria y por robarse un teléfono usado se asesina sin piedad. ¿Nos quedamos callados? En la masacre del Caquetá, ¿nos detuvimos a mirar la casa donde vivía la familia que fue ultrajada y diezmada tan bárbaramente? Es un símbolo de la miseria, de la enorme desigualdad que rige el presente y el porvenir de muchas y muchos colombianos. En esa casucha de madera, abandonada, sin servicios, con piso de tierra, sufrían la miseria los niños asesinados. Merecieron mejor vida y mejor destino. No los tuvieron porque hombres malos los ultimaron y porque no hemos sido capaces de crear instancias de convivencia y de equidad. Se unieron la muerte y la miseria para llamar la atención de los colombianos sobre las perversidades que generan la ignorancia y la miseria. Me duele decir lo siguiente, pero es verdad. Ya no se puede decir de alguien que vive como los cerdos. Los “marranos”, que llamábamos antes, ahora viven en establos bien atendidos, comen cinco veces al día, tienen veterinario a la orden, los vacunan, todos los días los bañan y les ponen música para que no se estresen. Viven mejor que cientos de miles de niñas y niños colombianos. ¡Es una gran vergüenza! Pero no necesariamente tiene que ser así. Si nos lo proponemos seremos capaces de cambiar esa lacerante verdad, que debe atormentarnos. Podemos producir cambios esenciales para que la educación genere igualdad, para que la salud cubra a todas y a todos, para que nadie tenga que vivir más en casuchas como la del Caquetá. Si no se sigue concentrando la riqueza, muchas familias podrán ser propietarios de vivienda, tener ingreso, vivir para gozar no para sufrir. ¡Atrevámonos!
Los intereses de la política
Por: Horacio Serpa En un reciente debate radial dije que “la política es una lucha de intereses”. Se me entendió que hablaba de intereses personales de los políticos, criterio rotundamente diferente al que pretendí plantear, lo que me entusiasma para desarrollar ahora algunas ideas sobre el tema. La política no es un hobby como algunos pretenden. No es una serie interminable de discursos en la plaza pública, ni tampoco una actividad para alcanzar lucro o figuración. Mucho menos es un divertimiento intrascendente La política es una actividad muy seria relacionada con la sociedad y la forma como debe conducirse; es un ejercicio dialéctico por medio del cual se busca ejercer el poder público en el propósito de orientarlo hacia unos objetivos previamente identificados relativos al pensamiento de un sector de la comunidad. La política es una confrontación de pareceres, de formulaciones, de metas, vinculados a intereses sociales, democráticos, culturales, étnicos, regionales, religiosos y económicos. También a otros aspectos del transcurrir popular. Es un sentido de la vida y de la forma de vivir. Con la política se defiende una monarquía o se propicia un sistema popular y participativo. Es por medio de la política que se propicia la extracción indiscriminada de minerales o se defiende a la naturaleza y el medio ambiente. Por medio de la política se apoya la libertad o la esclavitud. Hay partidos políticos que apoyan la concentración de la riqueza y otros que son partidarios de una equitativa distribución de la tierra y de los recursos. Hay partidarios de la apertura económica a ultranza y de la competencia cerrera como única manera de regular las relaciones entre los asociados. Otros acogen políticamente al Estado con la capacidad de intervenir en la economía para procurar un equilibrio entre los distintos sectores que componen la comunidad. Así es como debe funcionar la política. La política en su verdadero sentido se ejerce en disputas democráticas y electorales para definir cuales conceptos son los que van a primar en la conducción pública. Ello requiere, ecuanimidad, reglas claras y estables, autoridades integérrimas que garanticen el respeto a la opinión mayoritaria del pueblo. Si no hay equilibrio, si se presentan abusos, si no hay igualdad para la confrontación civilizada, habrá guerra. Recordemos: “La guerra es la política por otros medios”. La política define los intereses en discordia. En la Asamblea General de la revolución francesa los monarquistas girondinos se ubicaban a la derecha y los revolucionarios jacobinos se colocaban a la izquierda del salón. Desde entonces se sabe que las derechas son conservaduristas, autoritarias, defensoras de los privilegios. Las izquierdas aman la libertad, lo incluyente, la equidad, un puesto para cada quien bajo el sol del mundo. En Colombia hay que hacer más política; no solo elecciones. Los Partidos políticos deben definir los intereses que defienden y hacer la disputa pública sin violencia, sin armas. Bienvenidos los conflictos dialécticos, razonados, con intervención de los ciudadanos. “Cada lora en su estaca”. Así debe ser la política. Esa es la verdadera paz.